jueves, 30 de octubre de 2014

HIC ET NUNC


El dolor sin anestesia se sobrelleva mejor en las noches despejadas. 
Amo contemplar el cielo nocturno, mirar las estrellas y saber que, en cada una de ellas existe una posibilidad, más, ¿qué pasa cuando fijas tu ser en una sola y su nombre te persigue cual fortuna? 
Solía creer en el destino, más de qué sirve todo aquello que los ojos de otras personas pudieron decirme sobre el futuro, si mis ojos son ciegos ahora; las constelaciones también quisieron hablarme, compartirme su canto y mis oídos se volvieron sordos. El miedo no me permitió ser ante el brillo de la estrella más genuina que mi corazón pudo contemplar a simple vista.
¿Y si el destino sólo se encarga de colocarte frente a las personas? Tu trabajo es elegir, elegir, siempre, las veces que sean necesarias, a sabiendas de que existe un riesgo latente en el que tu historia no tendrá un final feliz, por el simple hecho de que las historias son inacabadas. Con cada decisión de abre un nuevo mundo. En cada nuevo mundo se experimentará una nueva circunstancia, también un nuevo dolor; puedes anestesiarlo, disimularlo frente a los demás...pero cuando te encuentras sola ante la inmensidad, ni la luna puede hacerle menguar, no hay secretos para las estrellas de tu propio universo. Sólo te queda ser tú, sólo tú y ser honesta con la única persona a quien nunca podrás mentirle, pues la única verdad está allí dentro. El corazón sabe lo que sabe y aquí y ahora, hay que ser y estar.

Hay estrellas que deslumbran con su brillo, con suerte, podrás contemplar su belleza, más no siempre podrás tocarlas o habitar en ellas. Y al final todo se reduce a una sola cosa: 
"Te quedas con todo lo que no ha sido y no era, y a pesar de eso, sabes que te quieres quedar"






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